domingo, octubre 22, 2006

«Con este estrés no puedo ni dormir»
Dos 'estresadas' cuentan como es su día a día en el trabajo y en casa y qué hacen para relajarse.
No es una exageración es la cruda realidad. A la que debe enfrentarse Eugenia Castillo -26 años- que vive sumida en un estado de estrés permanente desde las últimas semanas. Le quedan dos meses de contrato en un establecimiento de comida rápida y si no cambian muchos las cosas en este plazo deberá abandonar Granada (España). Por eso, por las noches no pega ojo y «tiene una cosa en el estómago y una angustia» que no la deja tranquila. «Hoy por hoy mi único problema es el trabajo, porque por lo demás soy más feliz que unas pascuas», admite esta joven jienense entre suspiro y suspiro mientras espera un trabajo con el que «gane por lo menos mil euros para poder comprarme un coche». Porque ese es otro problema, en el trabajo que está ahora le pagan unos 600 euros y «con ese dinero tampoco me puedo estar toda la vida». El estrés está acabando con los ánimos de Eugenia y con la paciencia. No es sólo que no pueda dormir, además está de un humor de perros y la ansiedad va en aumento. «Hasta el punto que el otro día me tuve que tomar hasta un tranquilizante», remarca. Eugenia es un caso de joven estresada porque no tiene un trabajo fijo y además no está contenta con el que tiene. Eso está influyendo claramente en su salud.
En el caso de Pilar Framit Reina -35 años- el estrés viene motivado por el trabajo en sí. Es dueña de dos cafeterías -'Framit', en Puerta Real y Kinépolis- y cada día está más estresada porque no encuentra personal competente para trabajar en sus locales. «Desde que me levanto por la mañana, a las siete todos los días porque no tengo ni un sólo día de descanso, hasta que me acuesto pasadas las 00.30 horas», lamenta. El principal motivo del estrés de Pilar es que «no encuentra personal para sus negocios. En cinco meses he tenido a más de veinte personas y no han respondido a las expectativas». Pilar no esperaba que ser dueña de su propio negocio y encontrar buenos empleados fuera tan «complicado», pero lo cierto es que se confiesa «estresada y desesperada» al cien por cien. Antes cuando echaba su jornada en los negocios de hostelería que trabajaba se iba a su casa tranquila y sin problemas, pero ahora trabaja más horas y encima con nervios y a «marchas forzadas».

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